El puente romano de Cangas de Onís o el “Puentón” que
se contempla perfectamente a la entrada
de la villa canguesa es el monumento más
representativo de todo el valle del Sella por la belleza de sus líneas, su
importancia histórica y su magnífico
estado de conservación.
Los orígenes romanos
se encuentran en los tajamares triangulares para romper las corrientes y en los
gruesos contrafuertes que dan estabilidad a los pilares de apoyo.
De época medieval
es el gran arco ojival del centro (21, 60 metros de luz) y los también ojivales,
pero decrecientes laterales, de 7,7 y 9,5 metros de luz. Además en los
contrafuertes se abren sendos arcos de alivio que aligeran la silueta del
puente con sus cinco vanos o huecos (en sus orígenes parece ser que tenía siete
ojos).
La calzada del puente es alomada con cierta pendiente y está empedrada con cantos rodados del río, con un
pretil desde el que se domina visualmente
todo el tramo del cauce.
Este puente fue
durante mucho tiempo el único que permitía vadear el río Sella, pues hasta la construcción
en 1868 del puente de Ribadesella, solo
podía ser superado utilizando barcas.
También levantado
sobre otro anterior de época romana,
figura el Dobra, en un entorno natural de bosque de ribera, sin carreteras
próximas y entre dos caminos. El que lleva a la Olla de San Vicente y el que desciende de Vis hacia Puentedobra,
las hiladas de sillares de los arranques son más oscuros y gruesos, lo que
induce a pensar en otro puente anterior, de época romana. La obra
medieval consiste en un único arco...
El puente de los gozos está considerado también un puente de origen romano que fue reformado significativamente en distintos momentos de la Edad Media. Permite vadear el Sella en un estrecho paso rocoso (Los Gozos) con las dos orillas a diferentes alturas, por lo que el cuerpo del puente parece inclinado. El vano sobre las aguas es un gran arco de medio punto construido con sillares de mayor tamaño que los utilizados en el puente del Dobra, con el que mantiene semejanzas de fábrica.