Un sabio se presentó ante un joven príncipe con tres muñecas.
El príncipe, algo molesto, preguntó:
-¿Soy acaso una niña para que me traigas muñecas?.
-Esto es un regalo para un futuro rey, dijo el sabio.
-Si te fijas bien, verás que hay un agujero en el oído de cada muñeca.
-¿Y…?, respondió el príncipe.
Entonces el sabio le dió un trozo de cuerda y dijo:
-Pásalo a través del oído de cada muñeca.
Intrigado, el príncipe tomó la primer muñeca y le puso la cuerda dentro del oído.
Inmediatamente la cuerda salió por el otro oído.
-éste es un tipo de persona, dijo el hombre:
-Lo que tú le digas, le sale por el otro oído. Ella no retiene nada.
El príncipe puso la cuerda dentro de la segunda muñeca.
Pronto la cuerda salió por la boca.
-éste es el segundo tipo de persona, dijo el sabio:
-Lo que tú le digas, ella lo cuenta a todos.
El príncipe tomó la tercer muñeca y repitió el procedimiento.
Esta vez la cuerda no salió por ningún lado.
-éste es el tercer tipo de persona, agregó el sabio:
-Lo que tú le digas, lo guarda para ella. Nunca cuenta nada.
-Entonces, ¿cuál es el mejor tipo de persona?, preguntó el príncipe.
Como respuesta, el sabio le dió una cuarta muñeca.
Cuando el príncipe puso la cuerda en esta muñeca, salió por el otro oído.
Házlo de nuevo, dijo el sabio.
El príncipe repitió el proceso:
ésta vez, la cuerda salió por la boca.
Cuando puso la cuerda por tercera vez, no salió en absoluto.
-éste es el mejor tipo de persona, respondió el sabio:
“Para ser digna de confianza, una persona debe saber cuándo no escuchar,
cuándo permanecer en silencio y cuándo hablar”.